San Martín, lado B: el caballo blanco y otros mitos
El 17 de agosto es el día en el que recordamos al Libertador. ¿Dónde aprendió a hacer la revolución? ¿Un tipo común? Sus costumbres y actividades íntimas.
La historia la escriben los que ganan, dicen. En efecto recordamos de las grandes personas que hicieron a nuestra Patria lo mejor de su gestión. Y bien merecido lo tienen. Pero, aunque difícil sea imaginarlo o encontrarlo en los manuales de estudio, San Martín no sólo ("sólo") fue el prócer número 1, el Ser Nacional que cruzó la Cordillera de Los Andes, el Libertador de América.
El objetivo de esta nota que propone Ver para Saber es descubrir que las personas más influyentes de la historia argentina, son tipos comunes. Como nosotros. Bueno, un poco más decisivos para el país, tal vez. San Martín fue uno de los primeros líderes argentinos que entendió el valor del trabajo en equipo: antes del cruce de Los Andes distribuyó roles y confió en la tropa. ¿Sabías que decidieron cruzar en mulas y burros? No hubo caballo blanco.
Para su época fue innovador, marcando diferencias. Renunció al ejército español y se fue a Inglaterra. En Londres, paradójicamente, despertó el interés para liberar a la Argentina. Eran otros tiempos. Aprovechó la bondad de los ingleses para enseñarles cómo era su plan revolucionario, lo ayudaron con la logística, realmente muy predispuestos. Claro, quería un nuevo continente para comercializar libremente.
Claramente tal magnitud de sus decisiones le iba a generar problemas como respuesta. Tocar intereses de los poderosos repercute en efecto boomerang. Lo quisieron "desprestigiar" comentando que era hijo de indígenas, por su color de piel, o que era un peligro por ser masón (formó parte de una organización en España y creó una logia en Argentina). Sin embargo, de cualquier religión, cultura o creencia, estudiaba la parte científica para aumentar su bagaje de conocimientos.
Todo tenía una explicación para San Martín. Construir la revolución no es para todos, es para alguien formado y listo para entrar a la historia. Tampoco hay un manual para hacerlo. Pero hay que estar determinado a no claudicar en esfuerzos y dejar la vida noche y día. Salvo en un momento. Cuando descansaba, San Martín se tiraba unos acordes con la guitarra. Un guerrero humano y argentino.
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