Los marcianos existen: Rubén, el jubilado cazador de ovnis
0223 compartió una tarde con Rubén Irsiger que, sin planearlo, se encontró en Sierra de los Padres, Jorge Marrón, un reconocido ufólogo. Viaje a un mundo de duendes, hadas y naves extraterrestres.
“Marcianos, duendes, hadas, seres grises, naves, son entidades multidimensionales que se desplazan a una frecuencia tan alta que son invisibles al ojo humano, por eso las capturo con la cámara que tiene otra velocidad, toma fotograma a fotograma y capta su vibración. Tengo cientos de videos que me acreditan”. El que habla es Rubén Osvaldo Irsiger, un jubilado de 66 años que vive en Mar del Plata y asegura tener numerosos registros de seres que habitan entre nosotros aunque no podamos advertir su presencia, que se desplazan a miles de kilómetros por segundo y desafían la gravedad.
Son las 13 y Rubén espera que lo busquen por una esquina del centro de Mar del Plata para ir en auto a Sierra de los Padres. Espera con la seguridad de estar en la esquina correcta, sin mirar el celular y con la paciencia de muchos avistamientos en su haber. En su hombro cuelga un morral, donde guarda una cámara digital -de esas que ya no se ven- y un trípode para la cámara de su móvil.
Ese es todo el equipo de trabajo que necesita para ir a la zona de las sierras, uno de los mejores lugares para hacer avistamientos, al que denomina “un área energética muy importante, un parque temático de diferentes entidades dimensionales”. Se sube al auto y agradece que se empiece a hablar de este tema en los medios. “Al principio creían que yo estaba medio loco y lo tomaban para la burla, pero yo no los veo, los tomo con la cámara y la cámara no miente”, dice.
Su pasión por los ovnis comenzó un día de lluvia de octubre de 2011. Un gran arcoíris llamó su atención en Playa Varese. Estacionó en Tío Curzio y bajó con su pareja para fotografiar el arcoíris que caía donde está el monumento a la Balsa Atlantis. Cuando volvieron a su casa, descargaron las fotos y vieron una flotilla de naves extraterrestres. Ese día su vida cambió.
“Me convertí en un ‘contactado’. Es como si ellos me hubiesen elegido a mí para fotografiarlos y contar que existen, que están ahí. Voy a hacer avistajes donde siento la necesidad de ir, como si ellos me indujeran. No me lleva mucho tiempo ni esfuerzo porque están ahí a donde voy, como si me hubiesen invitado. No me puedo ni imaginar por qué me eligieron a mí como su paparazzi”, cuenta Rubén.
Este jubilado marplatense asegura haber descubierto rutas y caminos aéreos por donde las naves se desplazan, como por ejemplo la ruta Cerrito Sur y otros portales que están en los balnearios de Punta Mogotes, Constitución y la Costa, Camet y sobre el edificio Havanna. “Los portales son como agujeros de gusanos invisibles al ojo humano que permiten trasladarse de una dimensión a otra o de otros mundos al nuestro”, explica.
Cuenta que la mayoría de sus amistades y familia lo apoyó: “Algunas personas son muy escépticas y me descalificaban pero a mí me causaba gracia y eso me daba fuerza para investigar más y hacer mejor mi trabajo”.
"Las manos invisibles" que conectaron a Rubén con Jorge Marrón
Rubén llega a Sierra de los Padres y, apenas baja del auto, reconoce a una persona que pasa caminando con una bolsa de supermercado. La emoción lo envuelve y no duda un segundo en frenarlo. En el mismo lugar y a la misma hora, el cazador de ovnis se cruza con Jorge Marrón, un reconocido ufólogo, es decir un investigador de objetos voladores no identificados. Nunca antes se habían visto en persona pero Rubén, fiel seguidor de Jorge, mira todos los videos de Youtube para seguir profundizando y aprendiendo sobre el tema.
El ambiente es de sorpresa para todos los presentes y excede cualquier explicación. Hay casualidades en la vida que provocan piel de gallina. “Este entrecruzamiento fortuito de sucesos se llama ‘sincronicidad’ y sucede cuando uno quiere mucho algo. Yo hace poco quería que me entrevistaran y sin arreglarlo, acá estoy. Son como manos invisibles que nos ayudan y nos conectan entre nosotros”, explica Jorge.
Rubén sigue atónito, mirando a Jorge con ese brillo en los ojos que tiene un discípulo cuando se cruza con su maestro y, rápidamente, saca su celular para entrevistar a Jorge y luego subir ese video a su canal de Youtube.
Es un día soleado en Sierra de los Padres, los pájaros no paran de cantar y ambos comienzan su caminata hacia Los Nogales, el lugar donde Rubén registró un hada. El barro de las calles se les pega a las zapatillas porque la noche anterior llovió pero no lo notan porque siempre su mirada es hacia arriba.
Al llegar, la cámara de 0223 deja de funcionar y los especialistas aseguran que ellos la arreglarán con solo tocarla, ya que son los intermediarios que tienen el permiso de estos seres para difundir su existencia. Creer o reventar, la cámara vuelve a funcionar. “Tocar la cámara es una manera de enviar energía positiva para que funcione y podamos documentar que estos seres viven entre nosotros. No son de otro planeta”, asegura Jorge.
“Están entre los árboles, la enredadera, entre los pinos. Es algo casual: sin que vos te enteres, aparecen delante tuyo. Pero vos tenés que estar bien predispuesto para que ellos aparezcan”, dice Rubén. Al llegar a la finca Los Nogales aclara cuál fue el lugar exacto desde donde salió el hada y, como era previsible, tampoco se las puede ver a simple vista. “Primero sale como una nubecita y a medida que va ganando espacio en el exterior se va transformando en un hada”, puntualiza.
Los investigadores explican que estos seres tienen otra característica que debería mantenernos alerta: “Aparecen cuando ven que estás vibrando bajo, si tenés falta de autoestima, estás paranoico por algún problema o tenés alguna enfermedad. Entonces, ellos aprovechan para entrar en tu psiquis, manipularte y hacerte daño. Hay muchos que se alimentan de eso”, explica Rubén Irisiger.
Sierra de los Padres, al parecer, es uno de los lugares donde más apariciones de este tipo se detectan. “En la Gruta de los Pañuelos, por ejemplo, habitan en el interior de las piedras o de los troncos de los árboles tras desmaterializarse”, relata.
Minutos después, ambos se cruzan con una vecina que vive a metros de la Gruta quien asegura haber visto un duende y lo describe como “chiquitio” y “de patas largas”.
El ufólogo aclara que más allá de los prejuicios que hay en torno a este tema y “no hay que tener miedo”, sí hay que abordarlo “con respeto”.
Empieza a atardecer y Rubén ansía llegar a su casa antes de que caiga la noche. Se sincera y dice que el barrio en el que vive es peligroso y no quiere dejar su casa deshabitada en la oscuridad por miedo a que le entren a robar. “Soy un tipo pobre. Vivo al día. Y esto que hago no lo puedo dejar. Voy a morir haciendo esto. Esta es mi misión: sobrevivir al sistema en el que estoy implantado y difundir las imágenes que capturo de estos seres para mostrarle a los escépticos que realmente compartimos la Tierra con miles de entidades diferentes a nosotros”. Creer o reventar.
Leé también
Temas
Lo más
leído