De la cuna hasta el cajón: el circo pasa generaciones por la sangre

Nietos que heredaron la tradición circense de sus abuelos y niños que nacieron entre malabares. Historias que se cruzan, siempre dando show, en esta nueva entrega de Ver para Saber.

La vida de circo y sus secretos, en esta historia.

Por Redacción Ver Para Saber

VER PARA SABER

23 de Agosto de 2024 18:22

Rodrigo Vagonetta te mira y sonríe. Quizás parezca una característica propia de su personalidad, quizás lo sea. Pero también tiene un ADN circense. Esa genética que traspasa el arte de hacer que la gente se divierta, se entretenga, conforme pasan los años. Sin embargo, como en la vida, no todo es risas. ¿Cómo vive un trabajador circense? ¿Qué es lo que no se ve en escena?

Las dos caras del teatro, el yin y el yang. "Todos ven el espectáculo que es el final del trabajo. No se ve el tremendo esfuerzo que hay detrás", le cuentan a Ver para Saber desde el núcleo del show. El núcleo del show son los trabajadores. Apasionados por el circo y, en la mayoría de los casos, respetando y sintiendo la misma pasión que sus antepasados arriba de las tablas.

El joven que maneja con su moto las piruetas más fascinantes de la carpa, se relaja ni bien baja del asiento. En realidad, ya le resulta natural la adrenalina de las vueltas a toda velocidad y no difieren tanto las revoluciones de esa sensación a las que pasan por su cuerpo para hablar frente al micrófono. "Hago esto desde los siete años". 22 años tiene. 15, de experiencia. Entendido todo.

Trabajadores de cualquiera de los números, variantes o áreas de la empresa que significa el circo, empujan el proyecto por la vocación que heredaron. Artistas de cuarta, quinta y hasta sexta generación de circenses. "Nací en el hospital, pero estaba en funciones el circo de mi abuelo así que me trajeron después del nacimiento", retratan desde adentro. "El circo te atrapa", responden.

Las carpas del circo tienen una vida en la noche del show y otra en la convivencia de quienes animan la fiesta. "Hay disciplina y hay constancia, pero también hay frustración", cuenta un artista mientras muestra la cicatriz de una luxación de lumbares. Entre sus destrezas y riesgos físicos, entre los sacrificios y el amor por el arte, nada cambia su pasión. Lo que se hereda, no se roba. Aunque si puedan chorearse alguna sonrisa de vagoneta.

 

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